«Toda mi obra está hecha para disfrutar»: Javier Mariscal, el trazo irreverente que conquistó el mundo

El artista que convirtió un garabato en un ícono mundial de la creatividad

Ha logrado convertir el trazo más simple en una explosión de emoción y color.

Hay artistas que se cuelgan en la pared, artistas que nos gustan en Instagram y otros que se cuelan en nuestras vidas para siempre. Javier Mariscal pertenece al tercer grupo. Sus trazos son pura energía con un universo visual en el que el color manda y las formas bailan con una libertad que parece no haber pasado por la censura del pensamiento lógico. Ahora, gracias a Kave Gallery, esa esencia mariscaliana –espontánea, irreverente, mediterránea– aterriza en una colección efímera donde cada pieza es única y cada trazo es un gesto de pura emoción.

Una selección de obras que encapsulan su espíritu lúdico y su conexión con el entorno. Desde acuarelas llenas de luz hasta cerámicas en las que el dibujo rasga la superficie con la misma fuerza con la que el viento moldea los pinos que tanto le fascinan. Tener un Mariscal es toda una declaración de intenciones. Y ahora es el momento de declarar.

Mariscal y su capacidad para transformar lo cotidiano en arte visual

Javier Mariscal es el artista que convirtió un garabato en un icono. Creador del inolvidable Cobi, la mascota de los Juegos Olímpicos de Barcelona ’92, su firma se reconoce en cada línea y en cada color. Ha expuesto en el MoMA, en el Centre Pompidou y en cualquier museo improvisado en servilletas de bar. “Toda mi obra está hecha para disfrutar”, dice. Y eso se nota.

Retrato Mariscal
La obra de Mariscal es pura emoción (y color).

Su camino en el arte empezó en Valencia, pero fue en Barcelona donde se empapó de una escena creativa que lo llevó de los cómics underground a la vanguardia del diseño. En sus manos, un simple objeto cotidiano puede transformarse en poesía visual. “Las piezas siempre nacen de una necesidad por comunicar, son una reflexión personal, es como hacer poesía”, confiesa. En la nueva colección para Kave Gallery, esta premisa se mantiene intacta.

Acuarelas, cerámicas y el uso maestro del color

Cada una de las obras de Mariscal en esta colección es un fragmento de su universo particular. Pinos frescos es un homenaje a esos árboles que, según él, “te explican muy bien cómo es la vida”, mientras que Vistas al Maresme forma parte de su fascinación por la Casa Ugalde, un icono de la arquitectura catalana donde el paisaje es una pieza fundamental.

También hay apuntes estivales como Tumbonas blancas, que capturan la luz del Empordà en un instante fugaz, y propuestas como El jarrón de la ventana de la playa, que nos llevan a imaginar escenarios donde el mar siempre está presente. “Me gusta jugar con el dibujo e imaginar lugares maravillosos”, cuenta. Y esa capacidad de hacer tangible lo imaginado es lo que convierte su obra en algo tan especial.

Pero si hay algo que define la esencia de Mariscal es su relación con el color. Para él, cada tonalidad nace de una emoción, de una sensación. “La elección de mis colores se basa en la observación, en el sentimiento”, explica. Sus obras no solo representan lo que ve, sino lo que siente cuando lo ve. El naranja fugaz de un atardecer, el azul profundo del mar, el verde irreverente de los pinos.

Además de sus acuarelas y dibujos, esta colección también incluye una serie de cerámicas únicas, en las que su trazo se convierte en volumen. “Las piezas de cerámica esgrafiadas están realizadas cuando el barro está todavía blando. Dibujo rasgando la superficie, con cuidado para que no se rompan, y voy combinando con pinceladas de color con engobe”, detalla. Una técnica tan delicada como expresiva, que convierte cada obra en una pieza irrepetible.

Bienvenido a casa, Mariscal

El entorno juega un papel fundamental en la obra de Mariscal. El espacio en el que crea influye en su proceso, en su inspiración y en su estado de ánimo. “Es importante la luz del espacio y las plantas siempre son muy buenas amigas. Son muy inteligentes, te ayudan y te saludan por la mañana”, comenta con esa naturalidad que le caracteriza. En su universo todo tiene vida: los colores, las formas, los objetos y hasta los pinos que retrata con devoción.

Tener una pieza de Mariscal en casa es, de algún modo, incorporar su forma de ver el mundo. Un mundo en el que el arte es un juego serio. “Todos los colores son bonitos y todas las disciplinas también. En todas ellas la base es el dibujo, así que no son cosas opuestas. Me siento cómodo en todas y me gusta trabajar en todas ellas, sin distinción.”

Y eso, al final, es lo que hace que su obra sea tan especial. No importa si se trata de una acuarela, una cerámica o un garabato en una libreta cualquiera. Todo lo que toca lleva su inconfundible sello: el de alguien que dibuja la vida con el entusiasmo de quien nunca ha dejado de jugar.