Hay quienes ven en el hormigón frialdad y rigidez. Paul Anton ve, en cambio, un material maleable y con alma. En sus manos, se convierte en un volumen sensible, en escultura habitable, en frontera difusa entre lo que es arte y lo que es diseño. En su serie disponible en Kave Gallery, nuestra apuesta por el arte en su máxima expresión, el artista español firma con un gesto claro: abrir un nuevo diálogo entre forma y emoción.
Kave Home lleva tiempo haciendo sitio al arte, no como adorno, sino como un elemento fundacional del diseño interior contemporáneo. Y Paul Anton, con su método obsesivo y poético, con sus referencias a Oteiza, Malevich o Lizaso, llega para demostrar que una pieza escultórica puede ser tan esencial en una casa como una lámpara o una silla. Que no todo tiene que tener función, que hay belleza en lo gratuito, y profundidad en lo que simplemente es.

“Mis inicios en el arte surgieron en la adolescencia, creando cómics con amigos y construyendo historias a través de viñetas”, cuenta Anton. La narración fue, desde el principio, su impulso. Un lenguaje visual que fue evolucionando en paralelo a sus estudios de arquitectura. “Un momento clave fue cuando mi hermano, arquitecto y mentor, elogió uno de mis dibujos diciendo: ‘Esto es bueno’. Ese comentario fue un punto de inflexión que me hizo sentir que tenía un talento especial”.

Ese talento fue decantándose hasta llegar a una voz propia que encuentra equilibrio entre intuición y estructura. “Mi proceso creativo gira en torno al concepto de estar siempre en desarrollo. Priorizo el proceso sobre el resultado final”, explica. Y matiza: “Aunque mi método es procesual, soy muy racional y sigo sistemas claros. A veces, incluso me impongo tantas reglas que mi creatividad se ve limitada por un exceso de estructura”.

Arkitekton y Tectonías: dos series que redefinen el arte en el interiorismo contemporáneo
De esa tensión fértil nace Arkitekton, una serie de esculturas que rinde homenaje a los Arkhitektons de Malevich (aunque Anton suprime la hache para hacerlos suyos). Las obras se titulan Arkitekton 5, 7, 8, 13 y 12, y tienen algo de arquitectura abstracta y algo de organismo vivo. “Me inspiré en un proyecto de arquitectura en el que las plantas y las secciones se mezclaban, donde una planta podía ser también una sección y viceversa”, señala. “De ahí que las piezas puedan inscribirse más o menos en un cubo”.
Pero ese cubo se ablanda, se curva, se oxigena. “Transformé la madera en un material maleable, al estilo de las construcciones de Lizaso. Amabilicé los trapecios de Oteiza, introduciendo curvas para suavizar la geometría y darle un toque más orgánico”.
Las piezas están hechas de hormigón macizo, compuesto por cemento, agua, arena y —en este caso— sin árido. El resultado es un gris propio, salpicado a veces por tonos terracota que provienen de la arena de río. El proceso es minucioso: “Trabajo piezas de madera, luego hago un molde y lo relleno con mortero y hormigón”. Cada obra se produce en edición limitada de cinco unidades. No hay versiones bajo demanda. No hay improvisación. Solo una exploración controlada del volumen, la materia y el gesto.

Pero Arkitekton no está sola. En esta muestra también se presenta Tectonías, otra serie en la que Anton explora un territorio distinto, pero complementario: el papel como medio escultórico. A través de capas ligeras que se superponen, Tectonías juega con los contrastes: lo sólido y lo frágil, lo contundente y lo etéreo. “La obra combina estructura y ligereza, creando un diálogo entre lo fragmentado y lo continuo”, resume. Inspirada en la evolución de la vivienda humana, la serie recoge influencias de la arquitectura tectónica, la escultura de Henry Moore, la escuela vasca, la semiótica japonesa y la geología.

Sobre sus técnicas artísticas, Anton se mueve en tres categorías: “sólido, papel macizado y papel por capas”. En esta colección, el protagonista es el sólido, aunque todo en él remite a una visión común: “Aún me considero un artista en desarrollo”, confiesa. “Estas técnicas me ofrecen un amplio margen para seguir aprendiendo y explorando”.
¿Y dónde nace esa pulsión de crear? “Mis dos principales fuentes de inspiración son el estudio y los viajes. El estudio es un lugar de reflexión, de estar y de compartir. Es ahí donde surge esa chispa que hace que el arte te erice la piel”. En paralelo, los viajes —especialmente los compartidos con Bea— le conectan con culturas y espiritualidades que enriquecen su obra desde dentro.
«Más que la arquitectura o el arte, lo que más me inspira es la cultura intrínseca de cada lugar y su espiritualidad, elementos que enriquecen profundamente mi perspectiva creativa», explica.

La colección de Paul Anton apuesta por el arte no como un capricho decorativo, sino como una forma de habitar el presente con más conciencia, más calma, más conexión. “Lo más importante no es hacer, sino apreciar, percibir y recibir”, dice el artista. “Somos seres receptores, amados, y recibir es más grande que dar. La cultura de las nuevas tecnologías nos distrae, pero la clave está en conocer nuestra identidad y reposar en ella”.
Paul Antón y Kave Home: cuando la escultura se convierte en una forma de habitar
Esta colaboración con Kave Home, que Anton define como “un honor”, demuestra que el diseño español sigue apostando por el talento emergente y el diálogo entre disciplinas. “Admiro profundamente los productos de Kave Home, que combinan sobriedad con un diseño que destaca por el uso abundante de madera y un toque nórdico. Además, valoro que sea una empresa española con raíces en la artesanía”, añade. Su pieza favorita, por cierto, es un sofá de madera que tiene en casa.
¿Aceptas la invitación de Paul Anton a mirar más allá del objeto y descubrir nuevos horizontes domésticos?