Andrea Santamarina, artista madrileña: “La cerámica es mi forma de hablar del deseo, la memoria y la libertad”

La artista moderniza la tradición alfarera española a través de piezas gráficas y optimistas

La artista que está modernizando el oficio de la alfarería en España desde su estudio en el centro de Madrid.

Hay una nueva generación de artistas que está sacando la alfarería del taller rural para situarla no solo en el centro de las grandes urbes sino en el radar del diseño contemporáneo. Andrea Santamarina es una de ellas, y su serie Ceramic Sequences lo deja claro: cerámica de baja temperatura, pintada a mano, que recupera la tradición mediterránea, pero se atreve a hablar de temas universales como el deseo, la censura o la memoria cultural.

La colección que forma parte de Kave Gallery, combina técnicas populares de la tradición mediterránea con influencias japonesas como el Ukiyo-e. En cada pieza, la artista propone un diálogo entre herencia cultural y modernidad, entre memoria y presente. Su trazo, siempre fluido y natural, convierte la cerámica en una especie de diario visual que no se queda en el objeto, sino que transforma la relación que tenemos con él.

El gallo celestial de Andra Santamarina

De la pintura digital al barro

La trayectoria de Santamarina no ha sido lineal, y ahí está precisamente su interés y su visión global. Formada en Bellas Artes en la Universidad Complutense de Madrid y en la Accademia di Belle Arti de Bolonia, pronto cambió los pinceles por el ratón de ordenador. Entre 2004 y 2006 formó parte del departamento de diseño de FABRICA, el centro de investigación de comunicación de Benetton en Italia, donde trabajó junto a Aldo Cibic. Después llegó Londres, con un máster en escenografía en Central Saint Martins, y años dedicados a la dirección de arte para publicidad, museos o televisión en Hong Kong.

Todo ese bagaje ha cristalizado en un lenguaje híbrido que combina arte, diseño y artesanía. Ella misma nos ha dado la clave: «A veces, lo más exótico puede ser lo más cercano». Y lo cercano, para Santamarina, es la cerámica como práctica cultural profundamente mediterránea.

Ceramic Sequences II de Andrea Santamarina

El dibujo como punto de partida

Aunque hoy la conocemos por su trabajo en barro, su proceso siempre arranca en papel. «Mi proceso creativo siempre parte del dibujo. Tengo dos tipos de sketchbooks: aquellos en los que esbozo ideas objetuales, pensamientos o experiencias y los que destino sólo a dibujos de personajes que son como mis fotografías de reportaje. Me acompañan desde que era niña, al igual que ahora acompañan a mis hijas».

Esos cuadernos actúan como archivos personales de observación cotidiana. La artista, que vive en pleno centro de Madrid, encuentra en el paseo urbano y en los trayectos de metro un campo fértil para capturar gestos y escenas. “Mi inspiración son las personas. Observar gente de diferentes nacionalidades, estados de ánimo o situaciones me inspira. También el ir en metro ayuda a captar impresiones con las que después trabajo”.

Técnicas que rehabilitan memoria

La cerámica de Santamarina no es meramente decorativa. Parte de objetos tradicionales que, por cambios en los hábitos, han perdido su uso original, y los resignifica con un nuevo valor simbólico. «Me he centrado en el trabajo en cerámica, explorando técnicas de dibujo y utilizando formas que vienen de la cultura popular pero que han perdido el uso para el que fueron diseñadas. Utilizo ese conocimiento alfarero para rehabilitar técnicas y crear símbolos que nos conectan con nuestra herencia mediterránea, en un momento en el que muchas técnicas y talleres están en extinción».

En este sentido, Ceramic Sequences es también un grito al aire que nos recuerda algo importante: el patrimonio no se conserva solo en museos, sino que puede formar parte del día a día en un plato pintado a mano, en una pieza que se coloca sobre la mesa o en una jarra reinterpretada.

El caballo volador de Andrea Santamarina

Lugares pensados para crear

La artista trabaja entre su casa-estudio en Madrid y el histórico taller de cerámica de San Ginés en Talavera de la Reina, donde colabora estrechamente con Mónica García del Pino. «Es importante para mí trabajar en un ambiente familiar y relajado. Prefiero siempre estar rodeada de personas más que aislada, porque tengo mucha capacidad de concentración cuando la necesito».

La conciliación entre la vida personal y la profesional se refleja en su forma de concebir el espacio: «Mi casa-estudio es mi lugar de seguridad, lleno de objetos que me inspiran. Me permite conciliar, lo que es muy importante siendo mujer y creadora«.

La serie Ceramic Sequences

La colección presentada en Kave Gallery tiene un punto narrativo. Cada plato funciona como un fotograma dentro de una animación imaginaria. Pero nadie mejor que la propia artista para explicarlo: «La serie combina la práctica mediterránea de pintar sobre platos con el Ukiyo-e, que representaba escenas eróticas creadas por Hishikawa Moronobu. Mientras que en Oriente el sexo no era tabú en esa época, en Occidente aún vemos censura sobre obras clásicas. Cada plato reivindica, a través de la belleza, la libertad de expresión”.

La técnica es precisa: mezcla pigmentos para obtener un negro intenso, que después aplica a mano antes de cocer la pieza en horno eléctrico a 1.050 grados. El resultado son obras reproducibles bajo demanda en distintos tamaños, pero siempre únicas en su acabado manual.

Ceramic Sequences III de Andrea Santamarina

Para Santamarina, colaborar con Kave Home significa ampliar horizontes: “Es una buena oportunidad para que otro tipo de público tenga acceso a mi trabajo”. Su afinidad con la marca es evidente en un punto compartido: «Me gusta la sencillez del mobiliario, que puede acompañarte en diferentes etapas de tu vida sin cansarte de él por su carácter atemporal».

Lo interesante de esta colaboración es que borra la frontera entre arte y diseño. Las piezas no son esculturas inaccesibles, sino objetos domésticos cargados de significado. Ese es el gesto moderno de Andrea Santamarina.

En tiempos en los que la artesanía corre el riesgo de convertirse en mera etiqueta, Ceramic Sequences recuerda que el trabajo manual sigue siendo una herramienta poderosa para pensar el presente. Y quizá la mejor manera de mantener vivo un oficio milenario sea, justamente, ponerlo sobre la mesa.