Seguramente hacer la cama no sea la tarea más atractiva de la mañana, pero sí una de las más gratificantes. No hay nada como volver a casa al final del día y encontrar un dormitorio ordenado, con la cama limpia y bien hecha, invitando al descanso. Es un gesto cotidiano que transforma por completo la estética de la habitación y aporta una sensación inmediata de calma y bienestar.
Aunque parezca un hábito que tenemos interiorizado, hay pequeños trucos que pueden marcar la diferencia. Con ellos no solo ahorrarás tiempo, también conseguirás un resultado impecable, muy cercano al de las habitaciones de hotel que tanto admiramos.
1. Empieza a hacer la cama antes de levantarte
Puede sonar extraño, pero es uno de los mejores trucos para ganar tiempo. Mientras todavía estás envuelto en las sábanas, sacúdelas con suavidad y llévalas hacia el extremo inferior de la cama, dejando que cuelguen sin llegar a tocar el suelo. Este gesto previo evita arrugas y facilita el siguiente paso, además de ahorrarte esfuerzo.
Al hacer esta acción nada más despertarte, conviertes la tarea en parte de tu rutina matinal, sin apenas darte cuenta de que ya has avanzado en el orden de la habitación.
2. Deja que se ventile
El aire es el mejor aliado para refrescar el descanso. Tras retirar las sábanas, conviene dejar la cama destapada al menos diez minutos para que se ventile. Durante la noche se acumulan sudor, polvo y bacterias que necesitan disiparse.
Puedes aprovechar ese tiempo para desayunar o ducharte, de modo que la espera no se perciba como una pérdida de tiempo. Al volver, la cama estará lista para vestirse de nuevo, mucho más fresca y saludable.
3. Estira y ordena las sábanas
Las sábanas son las verdaderas protagonistas de la cama y merecen especial atención:
- Revisa la sábana bajera: asegúrate de que sigue bien colocada y sin arrugas.
- Vuelve a estira hacia arriba la sábana superior, agitándola con suavidad para alisar el tejido. Un buen truco es guiarse por los bordes del colchón para que quede perfectamente alineada.
- Deja un pliegue en la parte superior que servirá de marco para las almohadas.
- Oculta los extremos que quedan colgando, introduciéndolos entre el colchón y la cama para lograr un acabado pulcro.
4. Añade almohadas, cojines y mantas
El último paso es también el más decorativo. Sacude las almohadas para darles volumen y colócalas alineadas sobre el pliegue de la sábana. Si lo prefieres, puedes cubrirlas con la propia sábana para protegerlas del polvo durante el día, o acompañarlas de cojines decorativos que refuercen el estilo de la habitación.
En invierno, añade una manta doblada a los pies de la cama. Además de resultar práctica para la noche, aporta un aire acogedor y elegante. Elegir bien las fundas, los tonos y las texturas marcará la diferencia entre una cama correcta y una cama que invita a quedarse.
Hacer la cama es una forma de cuidar el espacio más íntimo de la casa y de regalarnos bienestar cotidiano. Con estos trucos sencillos, cada mañana se convierte en una oportunidad para transformar el dormitorio en un refugio cuidado y sereno, digno de un hotel de cinco estrellas.