El final del verano siempre me invita a mirar mi hogar con otros ojos. Después de meses en los que la vida parece más ligera y el aire circula libre, llega el momento de poner orden y preparar cada rincón para los días más frescos. Para mí, la limpieza de transición no es solo una cuestión práctica: es una forma de resetear la energía y de crear un ambiente que acompañe mejor esta nueva etapa. Es un ritual que me ayuda a dejar atrás la ligereza del verano y dar la bienvenida a la calma y la calidez del otoño.
1. Airear cada estancia
Lo primero que hago es abrir todas las ventanas y dejar que el aire fresco recorra la casa. Después del calor, necesito esa sensación de limpieza y renovación que solo se consigue ventilando a fondo. Es como dejar que el verano salga y el otoño entre suavemente.
2. Ordenar y guardar lo que no necesito
El segundo paso es ordenar. Reviso armarios, estanterías y cajones, guardo lo que ya no uso y doy salida a aquello que no necesito. Aligerar los espacios me da paz y me ayuda a empezar la temporada con una sensación de ligereza.
3. Cambiar los textiles
Para mí, los textiles son los que marcan de verdad la llegada del otoño. Sustituyo las sábanas ligeras por ropa de cama más cálida, coloco mantas en el sofá y juego con cojines en tonos tierra o verdes profundos. Solo con estos cambios siento cómo la atmósfera se transforma.

4. Una limpieza más profunda
El otoño es la estación en la que más tiempo paso en casa, así que aprovecho este momento para hacer una limpieza en profundidad. Aspiro alfombras y sofás, limpio las persianas, reviso las ventanas y atiendo esos rincones que a menudo pasan desapercibidos en verano.
5. Preparar mis rincones de descanso
Finalmente, preparo mis lugares favoritos: el rincón de lectura, el salón y el dormitorio. Coloco una alfombra mullida, enciendo velas aromáticas y añado flores de temporada. Son detalles sencillos que convierten cada estancia en un refugio acogedor.
Por eso, cada otoño, mi limpieza de transición se convierte en un pequeño ritual de cuidado. No solo dejo mi hogar listo para los meses fríos, sino que también renuevo mi propia energía. Es mi forma de transformar la estación en una oportunidad para redescubrir la calma y la calidez de estar en casa.