Hay muebles que llegan a nuestra vida cargados de memoria. Una mesa en la que se celebraron encuentros familiares, una cómoda que guardó secretos de generaciones, un sillón que acompañó las horas más silenciosas de quienes nos precedieron. Son piezas que, al entrar en nuestro hogar, traen consigo emociones, significados y una energía que merece ser escuchada.
El Feng Shui, la antigua filosofía que armoniza el espacio, nos invita a contemplar estos objetos con gratitud. No se trata únicamente de conservarlos por su valor sentimental, sino de darles un sitio en el hogar que potencie calma y bienestar.
Los objetos guardan memorias
Una idea muy relevante es la del “predecessor qi”, término que usa la Mindful Design Feng Shui School para referirse a la memoria energética que cargan los objetos heredados o de segunda mano. Según explican, “los objetos contienen las memorias de quienes los usaron antes de nosotros; cuanto más antiguo es el objeto, más carga de memoria posee”.
Así, el primer paso consiste en reconocer la carga emocional. Si un recuerdo nos inspira, ese mueble puede transformarse en un aliado en el refugio del hogar. Si, por el contrario, evoca tristeza o distancia, quizá sea momento de restaurarlo, darle nueva función o permitir que continúe su camino fuera de nosotros.

La ubicación importa
El Feng Shui recomienda integrar los muebles heredados en espacios donde aporten vida sin abrumar. Una mesa firme en el comedor puede simbolizar estabilidad familiar; una butaca cerca de la ventana puede invitar al recogimiento y al diálogo con la luz y el paisaje.
Pequeños actos, como estos, pueden renovar la energía de los objetos: limpiarlos con dedicación, abrir sus cajones para ventilar la madera o acompañarlos de objetos que hablen de quién soy hoy. Es un modo de entrelazar pasado y presente, de permitir que la historia que portan se adapte al ritmo de mi vida.
Aceptar un mueble heredado es abrir la puerta a una historia que continúa. Con la mirada del Feng Shui, descubrimos que esos objetos no solo guardan memoria, sino que pueden convertirse en compañeros silenciosos de la calma y la belleza que buscamos en nuestro refugio cotidiano.