La manta perfecta sí existe: cómo elegirla para disfrutar del invierno con estilo

La guía definitiva para elegir la manta perfecta este invierno

Así se elige la manta perfecta para el invierno.

Con la llegada del frío y el otoño, hay un gesto que nunca falla: sacar las mantas del sofá. Más allá de abrigarnos mientras vemos una peli o tomamos un café, las mantas se han convertido en un recurso clave para decorar el salón. Elevan el confort, dan textura, color y calidez al espacio y, además, nos permiten arriesgar con estampados o tonos que quizás no nos atreveríamos a poner en un mueble grande.

Un salón puede pasar de ser plano a convertirse en un espacio con personalidad gracias a los complementos, y las mantas juegan aquí un papel protagonista. Eso sí: elegir la adecuada no es solo cuestión de apariencia, también hay que valorar el tejido, la composición, el tamaño y hasta cómo la combinamos con cojines y otros elementos.

La composición importa (y mucho)

La primera decisión está en elegir bien el material. De él depende la sensación al tacto, la durabilidad y, por supuesto, la apariencia de la manta. Cuanto más natural y de calidad sea, más elegante y duradera resultará. La calidad del tejido siempre debe estar por encima del diseño o estampado. Estas son las características principales de cada textil:

  • Algodón: ligero, fácil de lavar y perfecto para usar todo el año.
  • Lana: abriga más que ningún otro material, ideal para quienes pasan frío con facilidad.
  • Vellón: práctico, económico y fácil de mantener, perfecto para familias con niños.
  • Chenilla: suave y con un punto de sofisticación.
  • Cashmere: lujo puro; abriga, es ligero y extremadamente suave.
  • De pelo largo: tanto naturales como sintéticas, dan mucha riqueza visual. Son típicas de los hogares nórdicos, escandinavos y rústicos.

Truco de interiorista: si buscas una manta todoterreno, apuesta por el algodón. Y si lo que quieres es un capricho elegante y atemporal, el cashmere es imbatible.

Dimensión: que nunca se quede corta

Salón minimalista decorado en tonos neutros con sofá con manta ligera por encima.

Nada resulta más incómodo que una manta demasiado pequeña. La medida ideal es que, al menos, sea tan larga como el sofá. Las mantas oversize son tendencia porque, además de funcionales, resultan muy decorativas al colocarlas de forma casual en un lateral.

Si sois varios en casa, la solución es sencilla: pon dos o tres mantas, a juego o en gamas cromáticas distintas, distribuidas en butacas o en a lo largo del chaise longue. Así, además de evitar discusiones por quién se queda con la manta, vestirás el sofá.

El color: el gran aliado de la decoración

Las mantas son el complemento perfecto para introducir color en el salón, sobre todo si el sofá es de un tono neutro. Aquí tienes algunas apuestas ganadoras en lo que a mantas se refiere:

  • Neutros cálidos (beige, champiñón, greige): unifican y dan serenidad.
  • Intensos (marrón chocolate, azul marino, verde esmeralda): aportan profundidad y elegancia.
  • Pasteles apagados (lavanda suave, verde agua, azul humo): frescos y sutiles.
  • Tonos otoñales (teja, burdeos, mostaza): refuerzan la sensación de calidez.

Truco de interiorista: coordina el color de la manta con el de los cojines. Puedes repetir el mismo tono en distinta intensidad, o apostar por un contraste suave para generar interés.

Estampados: personalidad al instante

Una manta estampada puede convertirse en el detalle que transforme un salón entero. Si lo que buscas es un aire moderno, los motivos geométricos son la apuesta ganadora, mientras que las rayas y los cuadros nunca fallan porque son clásicos, que siempre resultan actuales.

En ambientes más cálidos o bohemios, los estampados étnicos y los florales aportan riqueza visual y un punto acogedor, mientras que los diseños monocromáticos en blanco y negro son perfectos para quienes prefieren la elegancia atemporal y la facilidad de combinación.

Si tu sofá es neutro, atrévete con un estampado llamativo; si, en cambio, el sofá ya tiene mucha presencia, opta por una manta lisa o con patrones discretos que no compitan con él.

Coherencia con el estilo de tu hogar

Salón estilo escandinavo con sofá con manta de pelo largo.

No todas las mantas funcionan igual en todos los espacios, y aquí entra en juego el estilo decorativo de tu salón. En un hogar de estilo boho, las mantas con colores atrevidos, texturas ricas y acabados con flecos o borlas encajan a la perfección. Si tu casa tiene un aire escandinavo, lo ideal es apostar por algodón en tonos claros, con patrones muy sutiles que refuercen la calma y la serenidad.

Para los salones rústicos, nada supera a las lanas gruesas o los tejidos de punto en tonos tierra, que suman calidez de forma natural. Y si lo que buscas es elegancia, las mantas de terciopelo o seda en colores joya —como el esmeralda, el burdeos o el azul zafiro— son capaces de aportar glamour instantáneo.

Dónde colocarla: del sofá a la cesta

La manta no solo se disfruta cuando la usas, también puede convertirse en un elemento decorativo si eliges bien dónde colocarla. Una opción común, que transmite orden y elegancia, es doblarla con cuidado sobre el reposabrazos. Si prefieres un aire más relajado, puedes dejarla extendida de forma casual en el respaldo, como si acabases de utilizarla.

También existen soluciones prácticas y a la vez con estilo, como guardarlas en cestas de fibras naturales al lado del sofá, colocarlas en un mueble auxiliar o aprovechar el espacio de almacenaje de las mesas de centro. De esta forma, la manta siempre estará a mano, pero al mismo tiempo se integra en la decoración como un accesorio más.