Hay algo profundamente reconfortante en el estilo de las casas de campo: esa serenidad que envuelve cada estancia, la calidez de los materiales naturales y la sensación de hogar vivido que lo impregna todo. Pero no hace falta un paisaje de prados infinitos ni un porche con vistas al monte para disfrutar de su encanto.
La decoración campestre es, ante todo, una forma de habitar: una invitación a la calma, a la sencillez y a la autenticidad. Con una mirada contemporánea, nos permite recuperar la belleza de lo esencial y el valor de lo que acompaña la vida cotidiana.
1. La luz, la esencia de las casas de campo
La luz natural es el alma de toda casa de campo. Es la que resalta la textura de la madera, el color de las paredes y la vida de las plantas y flores. Potencia la luminosidad con ventanas amplias o puertas acristaladas que conecten interior y exterior, o con tejidos ligeros que filtren suavemente la claridad del día.
Si tu casa es oscura, apuesta por una iluminación artificial cálida y envolvente: lámparas de mimbre, pantallas de lino y apliques de hierro forjado que aporten esa sensación de hogar vivido. Evita las luces frías o demasiado blancas; en un entorno rústico, la luz debe acompañar placenteramente.
2. Colores de la naturaleza
La paleta cromática de la decoración de las casas de campo se inspira en los paisajes rurales: tonos tierra, beiges, verdes oliva, grises piedra y blancos rotos, entre otros. Estos colores crean una base acogedora sobre la que añadir pequeños acentos de color más atrevidos y románticos, como un verde musgo o un azul cielo.
Para conseguir un ambiente aún más campestre, deberías incluir muebles o marcos en madera envejecida o decapada, y dejar a la vista alguna pared de piedra. Encontrar y cuidar el equilibrio entre neutros, toques de color y materiales naturales es indispensable.

3. Materiales nobles y naturales
La madera, piedra, barro y fibras vegetales son los protagonistas absolutos de las casas de campo. No solo por su belleza intrínseca, sino por lo que transmiten: una conexión directa con la naturaleza y con el paso del tiempo. De hecho, si añades alguna pieza antigua o heredada, ganarás una personalidad inimitable.
Si no, opta por materiales nuevos con aspecto artesanal. En ambos casos, la clave es que todo parezca tener historia. La madera está presente en suelos, techos con vigas a la vista y muebles de líneas sencillas. Cuanto menos tratada, mejor: los nudos y las imperfecciones son parte de su encanto.
La piedra, en muros o chimeneas, aporta solidez y textura. El barro cocido o el microcemento cálido en suelos invitan a caminar descalzo. El ratán, el mimbre o el yute suavizan los espacios y los hacen más naturales.
4. Mobiliario con alma y encanto
En una casa de campo, este debe ser funcional, cómodo y honesto. Hoy día, las piezas clásicas o provenzales conviven bien con diseños más actuales en madera clara o hierro negro mate. En el salón, un sofá amplio en tonos neutros es el punto de partida. Añade cojines de lino, una manta de lana gruesa y una mesa de centro de madera maciza o piedra natural.
En el comedor, apuesta por una mesa y sillas robustas, mezclando madera envejecida y ratán para lograr ese aire rural. Si el espacio lo permite, una chimenea siempre será el corazón de la casa. En las casas de campo de antaño, este solía ser el lugar donde se pasaban las tardes de invierno. Y aún lo sigue siendo.
5. Textiles y estampados con vida
Nada viste mejor una casa de campo que los tejidos naturales como son el lino, algodón, lana o arpillera. Las cortinas ligeras, las alfombras de yute y los cojines en tonos suaves, con su textura, abrigo y suavidad, son los encargados de crear un hogar relajado y acogedor. Los estampados florales o de cuadros vichy son otro sello de identidad de las casas de campo.
Puedes usarlos en pequeñas dosis —en una colcha, unos cojines, una manta o una cortina— para añadir un toque nostálgico y romántico. Intenta combinarlos siempre con la base neutra y los materiales naturales.
6. Paredes y suelos atemporales
En la decoración de casas de campo, las paredes y los suelos no se esconden. Un muro de piedra vista, un friso de madera o un revestimiento de ladrillo forman parte del carácter del espacio y del libro de estilo. Si prefieres un acabado más suave, la pintura de cal o el papel pintado floral son excelentes opciones de esencia campestre.
También puedes combinar distintos materiales: piedra en una pared, pintura en otra. En cuanto al suelo, las baldosas hidráulicas, el barro cocido o la madera maciza son aliados naturales del estilo. Si buscas más confort, añade una gran alfombra de fibras, que transmita calidez y vista con su textura.

7. Luz y color, también en las ventanas y puertas
La madera maciza, las molduras clásicas o incluso el PVC con acabado natural ayudan a conservar la estética rural. Por ejemplo, con unas contraventanas de madera y unas cortinas de lino aportarás intimidad sin restar luz natural. Y si la vivienda lo permite, abre visualmente el interior al exterior —a un patio o a un jardín— para reforzar esa sensación de continuidad tan propia de las casas de campo.
8. Las plantas y flores, siempre presentes
Las plantas y las flores son imprescindibles en una casa de campo. Y no solo en el jardín. La frescura, vida y bienestar de las trepadoras, los helechos y las flores silvestres también tienen sus homólogas en el interior. Dentro, coloca macetas de barro, cestos de mimbre y jarrones de vidrio con flores frescas o ramas verdes recién cortadas.
Y si cuentas con un jardín o porche amplio, crea un pequeño huerto o una sala de estar rodeada de vegetación. Porque una casa de campo, aunque esté en la ciudad, debe oler a aire libre.

9. Detalles y piezas con historia
El alma de la decoración rústica reside en los detalles: una puerta antigua convertida en mesa, una lámpara de forja restaurada, una puerta corredera de granero en el baño, un espejo con marco decapado… No acumules, pero sí conserva aquello que tenga sentido. En una casa de campo, lo nuevo solo es coherente cuando se mezcla con lo viejo.
Y si no tienes ninguna pieza con historia, pero te gustan los objetos con pasado, busca en mercadillos o tiendas de segunda mano: una consola antigua o un baúl restaurado siempre tienen algo que contar.


