Hay algo profundamente satisfactorio en rescatar lo que el tiempo ha intentado borrar. Como si se tratara de un arqueólogo en una excavación urbana, Lucas Daniele se enfrentó a una vivienda en el barrio de Ruzafa que, bajo décadas de reformas apresuradas, escondía su verdadera identidad. Lo que comenzó como un encargo de renovación más terminó convirtiéndose en una misión de rescate: devolverle a este piso su historia sin renunciar a la modernidad.

Ruzafa, ese rincón de Valencia donde lo tradicional y lo contemporáneo conviven en un equilibrio delicado, fue el escenario perfecto para esta transformación. Aquí, entre fachadas modernistas y cafeterías de autor, el arquitecto e interiorista argentino encontró un apartamento que pedía a gritos ser redescubierto. Lo que parecía una reforma convencional adquirió un rumbo inesperado cuando, al levantar el suelo, aparecieron las baldosas hidráulicas originales. Y eso fue solo el principio.

Cuando el espacio dicta las reglas
“Estamos convencidos de que los espacios siempre nos hablan, indicándonos cómo deben ser trabajados”, explica Daniele. Y este, en particular, tenía mucho que decir. Bajo capas de materiales superpuestos con el paso de los años, emergieron también un forjado de bovedillas catalanas y una buhardilla oculta, que reconfiguraron la estrategia de diseño. En lugar de imponer una visión externa, el equipo decidió rendirse a los hallazgos y dejar que fueran estos los que dictaran el proyecto.

En ese diálogo con la vivienda, se tomó la decisión de mantener las habitaciones en su ubicación original, hacia la fachada principal, donde el techo más alto aportaba amplitud y luz natural. En el nuevo esquema, el dormitorio principal se conecta directamente con el salón, separado únicamente por cortinas, permitiendo que la doble altura se aprecie desde toda la casa. La cocina, antes recluida en un espacio cerrado, se desplazó al área abierta, mientras que el baño ocupó su antiguo lugar. El resultado: un espacio diáfano, donde lo antiguo y lo nuevo se entrelazan con naturalidad.

Blok, la pieza clave del nuevo salón
En un proyecto donde cada decisión se tomó respetando la esencia del lugar, la elección del mobiliario debía seguir la misma filosofía. Aquí entra en juego el sofá modular Blok de Kave, un diseño que encaja como un guante en el concepto de la vivienda. Con su estructura amplia y líneas rotundas, ofrece una presencia sólida pero sin recargar el espacio. Sus patas de efecto invisible refuerzan la sensación de ligereza visual, creando un equilibrio entre estabilidad y modernidad.

Además de su diseño, la versatilidad del Blok fue clave para la propuesta de Kave Home Valencia. Su modularidad permitió ajustarlo al espacio, componiendo un sofá a medida que potencia la zona de estar sin entorpecer la fluidez del conjunto. La sentada de 90 cm proporciona la comodidad ideal para un hogar que, más que un refugio, es un homenaje a la convivencia entre historia y presente.

Restaurar para mirar hacia el futuro
La restauración de las baldosas hidráulicas fue un proceso minucioso. Cada pieza recuperada se colocó estratégicamente en las zonas centrales de la vivienda, reforzando su papel como testigo del pasado. Lo mismo ocurrió con el ladrillo visto y los forjados antiguos, cuya presencia estructural fue respetada y resaltada en la nueva distribución.

La intervención de Daniele no buscaba hacer un guiño nostálgico a lo que fue, sino integrar lo recuperado en una narrativa contemporánea. Como él mismo señala, “este proceso no solo revitalizó elementos originales, sino que también permitió crear una fusión entre lo antiguo y lo moderno, donde cada detalle resalta la historia del lugar sin perder de vista las necesidades contemporáneas”.

El resultado es un apartamento que se siente profundamente arraigado a su historia, pero que al mismo tiempo responde a una forma de habitar actual. Un lugar donde los materiales hablan, los espacios fluyen y el diseño —ya sea en los techos abovedados o en el sofá Blok— encuentra su razón de ser en la convivencia entre pasado y presente.